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Iremos agregando en esta misma entrada los relatos que nos vayan llegando.
Les dejamos a continuación la imagen de julio ¡Los esperamos!
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En mi casa no hay libros. Me había costado varios años toparme con uno. Me corrijo, con uno que quisiera leer. Los libros son caros, y siempre pensé que si no los comprabas, no podías leerlos. En mi casa se leían revistas que nos regalaban en el kiosko, pero eran revistas antiguas que iban quedando de los diarios que nadie compraba. Las letras llegaban un poco tarde a la casa, o eso creía yo.
El año que conocí los libros, fue el mismo año que me cambiaron de colegio. Era otoño, no tenía sentido, era mitad de abril y tuve que dejar atrás todo lo que pensaba que era mi vida. Ese año conocí la biblioteca del nuevo colegio, donde las estanterías eran tan altas, y habían tantos libros que yo sentía que caían del cielo. Los libros se convirtieron en hojas, las hojas en palabras, las palabras en letras, y poco a poco me fui contando una nueva vida.
Anónimo - C.P.S.M.
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Un respiro
Era una tarde excepcionalmente calurosa de otoño, asi que decidí dejar de pensar tanto y salir a trotar. Salí al parque. Para correr no necesitas más que tus zapatillas. Y el éxito sólo depende de tu ritmo. Así que partí lento, respirando profundamente, con constancia. Poco a poco me fui olvidando de los problemas que me tenían desanimado, como si los hubiese sacado a pasear y les hubiese mostrado que afuera se está bien, que el mundo es más amplio de lo que pensaban. Y poco a poco fui perdiendo la noción del tiempo, y ya sudando y sintiendo el cuerpo y los pulmones activos, me acosté bajo la sombra de un árbol, enfrentado al cielo.
Si no lo has experimentado antes, acostarse bajo un árbol después de trotar es como mirar las olas frente al mar, o como mirar una fogata nocturna, cubierto de un millar de estrellas. Y en ese estado miraba el árbol y las hojas caer hacia mi, primero como hojas amarillas, luego como estrellas fugaces, y luego como las hojas de los libros que estaban en mi casa y que tenía que estudiar. Pero ya no estaba desanimado, y con la mente despejada, caminé de vuelta a continuar estudiando.
Anónimo - C.P.S.M.
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Hojas tenues
golpean el frío suelo del otoño
hojas que acarician tu cuerpo
cuando se han ido
Hojas en caída
hojas como mi amor
perdidas sobre el piso
hojas
caen sobre el suelo
como mis besos
caen sobre tu cuerpo.
Héctor Navarro - Bibliotecario entrevistado
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